Cada vez está más extendida la idea de que apostar por lo natural es más sano. Y lo natural entendido como renunciar a determinados avances y medidas higiénicas que han mejorado la salud de las personas. Lo último que se ha sumado a esta peligrosa tendencia es el agua.
Agua cruda
Los seguidores de estas ideas afirman que beber agua sin tratar ni filtrar es más sano. Lo llaman agua cruda y aseguran que es un agua llena de probióticos beneficiosos para el organismo y que ayudan a promover la digestión y la buena salud, sin las sustancias peligrosas que contienen tanto el agua del grifo como las aguas embotelladas convencionales.
Unas sustancias que ellos consideran que destruyen los minerales naturales y los probióticos presentes en el agua cruda. Así, al beber agua sin tratar creen que están llevando una vida más sana, aportando más electrolitos y minerales al organismo que si la beben tratada. Y, según afirman alguna de las empresas comercializadoras de esta agua cruda, mantiene la piel hidratada, reduce las arrugas y aumenta la fuerza y la flexibilidad de las articulaciones.
Nada más lejos de la realidad. Por desgracia, las aguas de los ríos o de manantiales no están tan limpias y cristalinas como parecen. Sustancias tóxicas, elevados niveles de bacterias, virus o parásitos pueden vivir en ellas provocando graves enfermedades como el cólera, la disentería o el tifus. No hay que olvidar que en el mundo siguen muriendo 361.000 personas al año porque tres de cada diez hogares no tienen acceso a agua potable, según la Organización Mundial de la Salud.
Potabilización del agua
Además, los métodos utilizados para tratar el agua son seguros y están muy regulados. De hecho, la potabilización del agua está considerado como uno de los grandes progresos de la sociedad en materia de salud pública. Y el agua mineral natural que consumimos se somete a unos controles muy rigurosos con el fin de preservar todas sus propiedades.
El agua cruda es el último eslabón de un ideario antiprogreso en la alimentación y en la vida en general. Se asocia lo industrial o lo tratado con algo perjudicial para nuestra salud y se apuesta por una alimentación más natural. Asociando natural con sano, cuando a veces esa asociación no es del todo cierta. Esa tendencia también apuesta por beber leche de vaca cruda, despreciar las vacunas o decantarse por la homeopatía frente a la medicina tradicional. Incluso por alimentarse solo con productos que no se hayan elaborado a más de 40º, porque la cocina no aporta beneficios a la nutrición sino que los resta.
Eso sí, los inventores de esta nueva moda no renuncian del todo al progreso. Existen empresas en California que están embotellando esta agua cruda a precios muy elevados, alrededor de 16 euros las botellas de nueve litros. Otras venden dispositivos para que cada uno pueda recoger el agua de la lluvia en su casa y después consumirla. Todos ellos hablan de las virtudes del agua cruda, pero sin ninguna base científica ni el respaldo de ningún organismo sanitario.
Y tú, ¿te animarías a probar el agua cruda o prefieres seguir con el agua mineral natural de tu máquina de vending?